Acompañar a los jóvenes hasta el encuentro con Jesús, para que sean discípulos misioneros, desde una fuerte vinculación a la Iglesia, para el bien del mundo y de otros jóvenes, anunciadores del Evangelio, artesanos de la fraternidad y de la paz, capaces de dejarse transformar y de transformar el mundo con la fuerza luminosa del Espíritu Santo.